15.9.16

Botín No.2 o lo comido y lo viajado


Dicen que viajar es cultura, y básicamente estoy de acuerdo con ello. Otra cosa es que haya algunos que parezcan resistirse casi como si estuvieran inmunizados -digamos para seguir con la idea- a expandir sus horizontes.
"Lo comido y lo bailado nadie nos lo quita" también dicen por ahí, a lo cual muchos aficionados al vagabundeo local, global o interdimensional agregan o hasta ponen por delante "lo viajado", todo depende de sus prioridades.
Los libros, esos peculiares objetos, que hoy en día incluso pueden ya no ser propiamente objetos con volumen y substancia, están según creo, en el delgado límite de las cosas que nos pueden quitar o no. Es decir, que una vez leídos se convierten en experiencias como lo comido y lo bailado independientemente del libro en sí que ese sí puede ser robado, borrado, quemado, perdido...
Lo maravilloso de viajar es que incluye siempre otras experiencias. Así como no puedo dejar de lado la parte del turismo culinario, también se ha ido agregando el elemento relativo a los libros: A veces hay bibliotecas que visitar -Chester Beatty en Dublin, o la Biblioteca del monasterio de Santa Catarina en el Sinaí, por ejemplo- o librerías -ya iremos haciendo una lista. 
En cuanto a los libros propiamente, están los que se leen durante un viaje y claro, los que se adquieren.
Un buen amigo canadiense, viajero y caminante expertísimo renunció a cargar libros porque como él bien dice, no dejan de ser madera y como tal son muy pesados. Yo que en realidad me las doy de flâneur amateur y no camino más que lo necesario todavía me doy el lujo de transportar maderos entintados.
Así pues, que en lugar de venir a escribirles una bonita reseña de un libro, me he puesto a divagar para justificar -con cierto orgullo eso si- que me haya comprado unas cuantas novelitas en mi paso por Valencia. 
El Principito en catalán para ir engrosando la colección de principitos de los distintos lugares por donde pasamos y:
-La amiga estupenda de Elena Ferrante, esa escritora italiana (o escritor) que se ha puesto de moda. Yo le escuché a E. Sacheri en la radio leer algo de esta novela y me pareció que valía la pena darle un vistazo.
-Botas de lluvia suecas, la última novela de Hennig Mankell que venía con un textito de Patty Smith acerca de cómo en Berlín leyó Hombres sin rostro y se hizo aficionada a los libros de escritor sueco a quien después conocería en persona. De valor anecdótico mínimo y literario ninguno, se puede desechar sin arrepentimento.
-Así es como se mata de Mirko Zilahy, novela negra publicada por Alfaguara, autor italiano que parece prometedor.

Finalmente quiero hacer una mención especial a la Casa del Libro dentro del centro comercial El Saler, en Valencia pues además de estar bien surtida tomando en cuenta su limitada superficie, y de tener personal amable y simpático, tiene el plus de aceptar perros.  

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